A Julián le bastaron pocas horas de vida para que todos lo conocieran por su mala suerte. El primer suceso tuvo lugar en la parroquia donde lo bautizaron. Distraído por la belleza de algún versículo, el cura se olvidó de sujetar con fuerza el cuerpo del pequeño y este se precipitó contra la pila bautismal. Este no fue el único accidente de Julián. Los huesos rotos, los moratones, los dientes partidos y las enfermedades extrañas se adueñaron de su día a día. Por esa razón, su madre no se alarmó la tarde que lo escuchó gritar desde el patio. Una caída más pensó. Julián en esos instantes perseguía un colibrí que de rama en rama sorteaba las alturas del jardín. Con la mirada fija en el animal, el pequeño olvidó mirar abajo y cuando quiso darse cuenta el suelo que pisaba se acabó y tras una caída de tres metros aterrizó en la maceta de su vecino. Ningún rasguño encontró su madre al levantarlo excepto una pequeña margarita que brotaba del culo de Julián. Alarmada por este hecho insólito y con la ayuda del jardinero del pueblo
consiguió despoblar las nalgas del pequeño de aquella curiosa flor blanca y amarilla. Sin embargo, el día siguiente esta creció de nuevo con mucha más fuerza. En esta ocasión el jardinero se negó a cortarla argumentando que quizás traía mala suerte arrancarla otra vez. Y paradójicamente desde que Julián mantuvo esa flor en el culo su suerte cambió totalmente. Las enfermedades desaparecieron y mientras la margarita crecía sin control también creció la fama de tipo con buena suerte de Julián. No obstante, Julián no podía controlar la suerte de un país entero y en 1936 estallaba la guerra civil española. El joven fue reclutado pero gracias a su fortuna y sobre todo, a la flor que lo protegía consiguió librarse de las trincheras. Al volver a su pueblo decidió que quería estudiar. De ese modo, cuando el conflicto tuviera fin podría aspirar a un buen trabajo. Su madre aprobó la idea de Julián no sin antes aconsejarle que eligiera algo que realmente le llenara y le viniera de adentro. A lo que este, observando su propio reflejo en el cristal contestó “De más adentro no podría venir, estudiaré botánica”. Al finalizar sus estudios Julián encontró un país devastado que pocas oportunidades laborales ofrecía. Desde este momento, el joven junto a la inmensa flor que brotaba de su retaguardia se dedicó a viajar por todo el mundo tratando de huir de la guerra y dedicarse a lo que realmente lo apasionaba; la botánica.
2024
9788410184732