Todos hemos oído hablar del Rocío, hemos visto reportajes en algún canal televisivo y cómo no, también innumerables fotografias. No hay duda que todo esto es lo que trasciende al gran público, pero como tantas cosas en la vida, un evento O manifestación popular de cierto calibre, como lo es éste, que se pretenda conocer, requiere o es pertinente bajar a la arena del ruedo y decidir trasladarse al lugar y vivir la experiencia a escasos centímetros de todos aquellos que la conforman, la sienten y la difunden. Hay que estar cerca, muy cerca de ellos, codo con codo.
En el devenir de unos escasos días fui extrayendo las
conclusiones y opiniones que me aportaron tales vivencias y que se plasman en esta corta novela. Toda mi adolescencia y también parte de la infancia había transcurrido en Sevilla y bien cerca tenía cada año aquella multitudinaria romería pero nunca pude conocerla sobre el terreno y poder vivir y sentir aquella fiesta religiosa popular y única por muchos motivos. Con avanzada edad, desde Cataluña, decidí desplazarme a conocerla, como un más que humilde peregrino y la siguiente crónica o narración novelada trata de acercar al lector a aquella fiesta que cada año se renueva de una manera fervorosa.